Endy Hupperich

Artista que navega a contracorriente, que rehúye del lenguaje puro y las categorizaciones. Con la dedicación de un coleccionista y la habilidad de un manipulador de imágenes, explora el absurdo, lo irónico y lo popular, sin aligerar su mensaje y la crítica hacia el consumo, hacia la falsa división entre la alta y baja cultura.

 
 

Tres por azul, opera delgada

por Valerie Campos (marzo, 2021)

 

Radicado en México desde 1992 e influenciado por la década de los 80s que culminó con la caída del Muro de Berlín, los movimientos artísticos influyentes de la época y la tendencia global del neoexpresionismo conocida como la Transavanguardia, su versatilidad y vasta experimentación técnica le permiten transcribir laboriosamente tramas que amplifican las distorsiones e insinuaciones del lenguaje mediático generando un tipo de pintura que se escapa de la fácil categorización.

A contracorriente con las modas y caprichos del mercado del arte y la monótona retórica sobre la desaparición de la pintura, Endy Hupperich se muestra escéptico a los lenguajes pretenciosamente puros o no referenciales.

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Coleccionista y manipulador de imágenes, justifica cualquier medio para plantear sus reflexiones sobre lo absurdo, lo irónico, lo popular y lo culto abriendo una aguda crítica sobre el consumo y las distinciones convencionales entre la alta y la baja cultura. Su eclecticismo de medios y su particular sentido del humor, superpone una serie de iconografías no estereotipadas; símbolos de la nostalgia de la propaganda irreconocible que se aprecia en las calles de la Ciudad como pastiches que dan la apariencia de un barato anuncio publicitario entre salpicaduras expresionistas y telas cosidas a mano unidas a retazos de linos cargados de gruesas capas de pintura representando una suma de gestos contradictorios; anti formas, ritmos, mezcla de vibrantes colores yuxtapuestos dentro de una figuración que se opone a la abstracción.

Es aquí donde la negación y la contradicción apuestan a jugarse un partido de fútbol para crear un vínculo entre el azar y la decisión, pues lo objetivo se pierde, mientras la confusión se restablece recordándonos que sin estilo y sin contenido la pintura no es más que pintura.